Siento que pasan los días y sigo adelante tracción a sangre. Tras una melodía. Creo que te hice tan mío
que por un instante te olvidé.

domingo, 29 de enero de 2012

Último día con 20 años.

Bueno, quería aprovechar que son las 12:17 de la noche. Ya es 30 de enero. Sinceramente, me pasó lento este mes, a comparación de otros años. Para mi, fue porque este año me tocó trabajar. En los anteriores era una puber que se iba de vacaciones a la costa, a embriagarse, pasar el tiempo en la playa con amigas, jugar en el mar y en la arena, bailar y demás. Este año cambiaron muchas cosas. Yo sabía que iban a modificarse cosas en mi vida. No se si decir God! Fue el cambio de década! No. Cada año tiene eso que lo hace especial. Es un año más de vida, deberíamos celebrarlo. 
Yo siempre fui partidaria de festejar mis cumpleaños. Si no lo hago, siento como un vacío. Como que algo me faltó hacer. Quizás por eso siempre le di importancia. Con los años todo va cambiando. Me acuerdo de cuando era chiquita, venían mis familiares, mis primos, toda la familia unita. Sí, era muy lindo de verdad.
Pasaban los años y habían algunos que no estaba más, ya sea por cosas de la vida o por complicaciones. Y así fui creciendo. Me acuerdo cuando cumplí seis años, mi mamá contrató una payasa para animar mi fiesta, en la que habían venido todos mis compañeros.
Anoche pensaba mientras intentaba quedarme dormida, de todos mis cumpleaños. Hay varios que no recuerdo, por ejemplo cuando cumplí siete años. Hubieron varios que festejaba con poca gente ya que es Enero, cambio de quincena, por ende todos enquilombados. 
Bueno, empecé a recordar los cumpleaños en los que comencé a crecer, a salir de noche. El primero, fue el de 17. Habíamos ido a un bar en Recoleta. Épocas en la que con un vaso de gancia batido, estabamos de la nuca totalmente. A los 18, junté a todo mi curso, por suerte vino la mayoría, habíamos hecho una previa en mi casa y de ahí arrancamos para un boliche en Saavedra, Bella Roma. Al cumplir los 19, estaba en Villa Gesell, fuimos a bailar a Km 20. Gran noche, me acuerdo que en el día no quería festejarlo, hasta que terminar convenciéndome. El año pasado cumplí los veinte y no sabía qué hacer, primero porque al otro día me iba a la costa con mis tíos y mis primas. Primero había arreglado ir a merendar a la Plaza Irlanda, hacer un pic-nic con todos, pero para variar, llovió (karma de casi todos mis cumpleaños, llueve) y terminamos en la casa de un amigo merendando. Fue uno de los mejores cumples, a pesar de todo. Y en este, tengo como sensaciones especiales. Quizás el hecho de que me falten dos personas muy especiales y otras hierbas más, me hace poner más sensible de lo que soy. Y créanme que a veces detesto ser tan fuckin' sensible, mariconear o que las cosas me afecten mucho. No digo que me gustaría ser de piedra, porque la verdad es que si soy así es por algo, porque forma parte de mi personalidad. Cosas buenas, como cosas malas. Pero bueno, me fui de tema.
Siempre me gustó hacer balances, a veces para autoflagelarme con palabras y recordar cosas. A veces creo que busco el llantito, como mecanismo de descarga. Pero al final me siento mejor, como con un peso menos. De todas formas, si hay algo que no me gusta para nada, es llorar en público, me avergüenzo bastante. Quizás porque no me gusta que me compadezcan. Sólo dejo que pocas personas me vean cuando estoy así. A lo que iba con todo esto, es que sí, hice un balance de mis veinte vividos años y la verdad es que si tuviera que puntuarlo, sería un 6,50. Porque primero que por motu propio detesto ser tan positiva y tan negativa. Es en lo único que tengo mis grises. Nunca nada es tan bueno y Jamás algo es tan malo. No hay mal que por bien no venga, dicen. En fin, creo que me siento lista para recibir los 21 a pleno. (¿exageración? no, buena predisposición). No digo más nada para no quemar algunas cosas y otro por cábala. 






Hacía mucho que no hacía este tipo de catarsis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario